Segunda parte: desde Las Vegas hasta Dallas hasta Nueva York

Esta parte de la historia habla del dolor, la perseverancia, caminos más rectos, planicies, estaciones de gas, comida chatarra, bebidas energizantes... y la lista sigue.

Juan Antoine

Se puso en contacto con nosotros con su idea a través de la página de nuestro contribuidor y nos encantó; si estás planeando un viaje increíble, o si quieres contar una historia, escríbenos un mensaje aquí

Publicado
6 de marzo de 2015

Nos dirigíamos al sur, y la única forma de llegar era conduciendo largo rato a través de varios estados. En principio fueron 10 horas hasta el corazón de Nuevo México, donde finalmente nos detuvimos para dormir en el auto, apenas fuera de Albuquerque. No tenía sentido buscar un motel, ya que nos quedaba poco tiempo y queríamos seguir. Cuatro horas de "sueño" incómodo en una parada de camiones y continuamos viaje.

"Bienvenidos a Texas, el estado de la estrella solitaria" decía el letrero sobre otra carretera recta sin nada que admirar. Luego condujimos durante más de 20 horas... ¡20 horas!

Pasamos por Amarillo, Claude, Fort Worth y Dallas (incluso atravesamos Dealey Plaza, donde le dispararon al presidente Kennedy) y finalmente llegamos al estado de Louisiana.

Luego de conducir durante más de ocho horas a través de pantanos, ciénagas y las ciudades de Port Allen y Baton Rouge, finalmente llegamos a nuestro destino. Nueva Orleans es el hogar de la comida cajún, el pueblo criollo, la tradición vudú y el sitio de nacimiento del jazz.

Los criollos y el lugar de nacimiento del jazz

Anotación en el diario: 5 de septiembre

"Finalmente llegamos a Nueva Orleans ... ¡a las 3 a. m.! Pasamos con el auto por el Superdomo, donde buscaron refugio los afectados por el huracán Katrina. Conducíamos por el pueblo en busca de un motel y no encontrábamos ninguno. Finalmente divisamos el London Lodge Motel. Sonaba como un presagio; ¡pero no lo era!"

Cuanto menos contemos sobre este motel, mejor. Lo único que diré es que la cucaracha que me subió por la pierna mientras intentaba dormir parecía sentirse muy a gusto allí, ¡al igual que el resto de sus amigas!

Luego de haber recostado nuestros cuerpos agotados por la carretera sobre un lino manchado que parecía lana y descansar algunas horas, fue momento de ir a probar la vibra criolla. En verdad puedes sentir la energía de NOLA en el aire; es casi eléctrico. Mientras paseábamos por el famoso Barrio Francés, parecía que nos habíamos transportado al pasado. La arquitectura era una mezcla de rasgos haitianos, británicos coloniales y franceses, casi como si fuese un castillo construido con poco presupuesto. Y si no hubiese sido por los letreros modernos y el neón, en verdad podríamos haber estado a principios del 1800. Los edificios tienen cierto misterio. Puedes sentir su desenfreno y casi ver las damas de la noche vestidas con corsets y baratijas asomando por los balcones. Lo más raro fue ver las marcas de agua que mancharon los edificios después del huracán Katrina. Te devuelve a la actualidad rápidamente cuando las ves.

Nueva Orleans era hermosa, la música está en todas partes. Los tambores suenan en cada calle, marcando el ritmo para que tu cuerpo siga. Todos caminan como empresarios. Aprendimos sobre la historia y la cultura en el museo estatal de Louisiana. Hubo un momento cumbre cuando entramos en el salón de una de las muestras y justo delante nuestro había un bloque de subasta. Aquellos secuestrados de su mundo y llevados a América donde se los ofrecía como esclavos a quien pagara más dinero. Los obligaban a desfilar sobre esta plataforma de madera de 6 pies (1.80 m) para luego vivir una eternidad de servidumbre con sus "amos". Es triste pensar cuántas personas se pararon allí y debieron enfrentar esa crueldad inhumana.

Nuevamente, dado que estábamos cortos de tiempo, debíamos retomar la solitaria carretera. Probamos el gumbo, sin dudas una de las comidas más ricas que hemos probado. Darrell, quien tiene el paladar más sofisticado de los dos, estuvo de acuerdo; sonreímos con satisfacción y salimos del pueblo.

Memphis, Tennessee

Anotación en el diario: 7 de septiembre

"¡Estamos en Memphis! A tan solo 6 horas en auto desde NOLA, ¡que comparamos obviamente con nuestro viaje de 40 horas desde Las Vegas! Nos alojamos en el hotel Super 8 en el centro y descansamos algunas horas antes de dirigirnos a la calle Beale. Es básicamente la capital del blues del mundo. B.B. King’s Blues Club se encuentra en la esquina y más adelante está el bar de Jerry Lee Lewis. Miramos tocar a una banda de blues en B.B.'s, luego de haber comido una barbacoa clásica sureña. Me llamó Dina por teléfono y me dijo que estaba en Nashville a tan solo tres horas de aquí, ¡y que pasaría a visitarnos! ¡Ja! ¡Excelente! Entró por la puerta tres horas más tarde, y dijo "soy yo, Dina". Ja, ja. La extrañaba, que bueno volver a verla."

Fue genial tener a la tercera miembro de vuelta con nosotros para vivir aventuras y reírnos. Juntos condujimos hacia el pueblo y visitamos Graceland; ¡mi abuelo hubiese estado tan orgulloso y celoso! Me crie con la música de Elvis de fondo, así que fue genial conocer su hogar. ¡La decoración lucía como si la hubiese elegido Liberace! Fuimos a su avión "Lisa Marie", vimos el Cadillac rosa, los trajes y todo lo demás.

De repente recordé que Memphis es el lugar donde asesinaron al Dr. Martin Luther King. Sucedió en el Motel Lorraine, que no queda lejos de la calle Beale. Tuve que ir a rendirle homenaje, dado que es uno de mis héroes. El edificio entero se convirtió en un museo sobre los derechos civiles, que cuenta toda la historia de la lucha. La habitación donde se hospedaba el Dr. King, y el balcón en el que le dispararon, permanecen inmaculados desde ese día de abril de 1968. El museo completo es un gran testamento para aquellos que pelearon contra la injusticia y la desigualdad.

Fuimos a tomar una cerveza rápido nuevamente sobre la calle Beale, y en el local tocaba una banda de blues increíble. El guitarrista me vio con Darrell, supuso que teníamos una banda y nos preguntó si queríamos tocar. Rechazamos la invitación amablemente. Luego bajó a donde estaba el público y me preguntó nuevamente. ¿Cómo decirle que no cuando me preguntó por segunda vez si quería improvisar con tales exponentes reales del blues? Y lo hice, al principio toscamente, pero luego capté la onda. Era muy interesante poder tocar blues en el mismo sitio donde lo hicieron leyendas como Robert Johnson y Howlin' Wolf.

Dina tuvo que regresar a Knoxville porque tenía que devolverle el auto a su papá (se suponía tenía que conducir de regreso desde Nashville, pero en el medio decidió visitarnos) así que salió a la ruta. La seguimos poco tiempo después. Nos dirigíamos hacia Nashville: hogar de la música country.

Dina se cansó de conducir para cuando llegó a Nashville, así que en lugar de continuar hacia Knoxville, ¡nos esperó! Era tarde, así que nos hospedamos en un motel y pasamos la noche.

Dal y yo teníamos muchas ganas de visitar Nashville, dado que ambos somos fanáticos de Jack White y queríamos visitar su famoso Third Man Records (solo para entendidos). ¡Un paraíso de vinilos, cabinas de fotos, venta de discos y muchos colores! Tan solo teníamos un día completo para conocer Nashville, porque teníamos pensado visitar la ciudad natal de Dina, Knoxville, por algunos días, así que lo aprovechamos lo máximo posible...

Knoxville, Tennessee

Anotación en el diario: 9 de septiembre

"¡Nashville es genial! Nos dirigimos a Third Man Records, y es perfecto. Buena música, una hermosa muchacha rockera detrás del mostrador tocando discos, todo combinado en color negro y amarillo. ¡Su fundador Jack White hizo bien las cosas! El antiguo "voice-o-graph", la máquina que graba vinilos estaba allí, ¡y funcionaba! Neil Young grabó su álbum entero en esta pequeña caja. Decidí probarla. Me metí en la cabina y grabé una de mis propias canciones "Even the Devil Won't Wanna Buy my Soul". Tiene que ser una canción de blues si vengo del sur, ¿verdad? Luego condujimos hasta el museo de Johnny Cash. Es genial ver todas sus cosas: sus guitarras, letras, etc., pero es difícil superar Graceland, honestamente. Fuimos a tomar unas cervezas después y conocimos a un luchador de jaula de MMA que nos elogió los acentos. Un muchacho agradable. Luego, ¡conocimos a un tipo que había conocido a Jim Morrison! Nos contó algunas historias graciosas y luego retomamos nuestro camino."

Había una canción representativa del pueblo y la cantaban todos prácticamente cada noche que salíamos. Una canción tradicional bluegrass llamada "Rocky Top", de los Osborne Brothers. Es un himno de la universidad de Tennessee para su equipo de fútbol americano.

Era un himno de bienvenida para nosotros, de hecho. Knoxville es la ciudad natal de Dina. Nos había contado innumerables historias y mostrado una cantidad de videos infinita de todas sus aventuras con sus adorables amigos. Había estado hablando sobre este momento desde que nos la encontramos en LA, así que lo habíamos estado esperando durante semanas. Decidimos que pasaríamos cinco días en Knoxville porque había muchas personas que queríamos conocer y no queríamos apurarnos ni perdernos de nada. Decidimos buscar otro departamento de Airbnb y conseguimos uno bonito. ¡Hasta tenía piscina! El dueño nos dejó una nota que decía "¡Bienvenidos a nuestro hogar! Nos alegra mucho que hayan elegido nuestro hogar para hospedarse. Por favor, sírvanse café... También les dejamos queso crema, algunos bagels, una botella de champaña sin alcohol y 2 tomates maduros de nuestro jardín!" Fue raro leer eso, pero nos causó mucha gracia al mismo tiempo. ¡Unos anfitriones maravillosos!

El primer día fuimos a Old City, que tenía un pub inglés: el Crown and Goose. En lugar de pedir una pinta, optamos por un poco de té. Tan inglés de nuestra parte. Darrell tenía ganas de tomar una taza de té decente desde el día que aterrizamos; estuvo feliz luego de darle el primer sorbo. Nunca vi a nadie más satisfecho, su cara en ese momento lo expresaba. Visitamos una tienda vintage enorme llamada Nostalgia y luego pasamos por una tienda de discos para comprar varias gemas de 180 gramos.

Esa noche finalmente conocimos al amigo de Dina, Albert, y a su famosa mamá, Adonna. ¡Dos personajes enormes y personas adorables que, cuando entraron por la puerta, traían en mano una botella de vodka y un bastón que de hecho era una pistola eléctrica que funcionaba!

Los días siguientes conocimos a todos: Kirstie, Hope, Christa, Bekah, Emily, Sarah, Joe Maples, y hasta a Layla. Nos habíamos convertido en la sensación del pueblo: los dos muchachos londinenses que habían comenzado una revolución bailable menor en las discotecas de Knoxville. Esto tampoco es mentira. Sassyann’s, Carleo’s, Southbound. Bailamos en todos.

Compartimos el pan, la bebida, las bromas y los bailes. Dina y sus amigos de Knoxville no podrían habernos tratado mejor. La verdadera hospitalidad sureña.

El último tramo: Nueva York, NY

Anotación en el diario: 13 de septiembre

"Dina nos recogió para llevarnos a lo de Albert y Adonna. Nos cocinaron chilli y pan de pizza casero. ¡Estaba delicioso! Hope también estaba. Una vez que finalizamos la cena, Adonna le hizo la manicura a Dal, no tengo idea por qué. Ja, ja. Todos nos dirigimos hacia lo del Doc para ver el partido del T.U. y luego pasamos por otro bar deportivo llamado Roosters. Fuimos a Carleos y luego a Wagon Wheel y bailamos toda la noche. Dos muchachos pelilargos con pantalones angostos, rodeados de hombres con sombreros de cowboy. Raro. Igual que en los demás sitios, todos fueron muy amables."

El último día que pasamos en Knoxville nos reunimos nuevamente y fuimos al centro del pueblo, precisamente a Market Square. Éramos unas 10 personas y todos deambulábamos por el lugar con un altoparlante enorme, mientras la música sonaba y nosotros bailábamos. Ocurrió a la mitad del día. Lamentablemente, a un grupo de patinadores no le gustó lo que hacíamos, especialmente cuando pasamos el tema de Darth Vader.

Fue un día bastante triste para Darrell y para mí. No solo teníamos que despedirnos de todos nuestros amigos nuevos de Knoxville, sino que debíamos decirle nuestro último adiós a Dina. Nos había acompañado durante gran parte del viaje y, sin dudas, fue la tercera miembro de las aventuras. Es una amiga de oro para toda la vida y una de las personas más locas que hayamos conocido ambos. Fue una pena que no pudiera acompañarnos en la última parte de nuestro viaje.

El último viaje en auto, un trayecto extenuante de 13 horas por la noche, mientras dejábamos atrás a Tennessee y nos dirigíamos a la Gran Manzana. A las 9 a. m., aproximadamente, divisamos el paisaje urbano de Manhattan a lo lejos. Perfilada por los rayos del sol, vimos por primera vez la Torre de la Libertad. Sabíamos que serían unos últimos días intensos.

Nos habíamos buscado otro departamento de Airbnb, uno pequeño en Queens. Se encontraba en el lado suburbano del East River, en Ditmars Boulevard, al final de la línea de subte del tren N. A pesar de mi emoción por estar en Nueva York, también comencé a caer en cuenta de que en pocos días deberíamos regresar a casas y ese viaje increíble llegaría a su fin. ¡Nos aseguramos de pasarlo a lo grande los últimos días!

Caminamos constantemente. Pasamos los días caminando por Manhattan, visitamos los puntos turísticos de Times Square, Central Park, fuimos a muestras como Body Worlds y básicamente absorbimos la atmósfera. Esperaba conocer un neoyorquino maleducado como se ven en las películas, pero, nuevamente, todos fueron muy amables.

El primer día visitamos el memorial Zona Cero. La base se convirtió en una fuente de piedra negra que desciende en la tierra con los nombres de todas las víctimas grabados en el granito. Cuando miras hacia abajo en el hoyo, es extraño pensar qué sucedía en ese lugar exacto 88 pisos más arriba. Luego, te das vuelta y la majestuosa Torre de la Libertad te saluda, y luce como una pieza de arte gigante hecha de vidrio. Más grande y mejor. Intenso.

También nos adentramos en Little Italy. Cuando visitamos sus calles era época del "Festival de San Gennaro" y había mucha actividad. Había vendedores de comida que ofrecían perros calientes, pretzels, puros y helado; el aroma de la más elegante comida italiana de la costa este impregnaba el aire. Comimos bien y tomamos un par de tragos mientras escuchábamos una banda de doo-wop. Cinco hombres mayores, que al menos tenían 70 años, vestidos en trajes idénticos que cantaban los éxitos de Frankie Valli y los Four Seasons. Un lindo toque.

Anotación en el diario: 16 de septiembre

"Dina había organizado para que conociéramos a una de sus mejores amigas, una muchacha adorable llamada Danielle. Acordamos encontrarnos en Chinatown. Qué buena persona, ¡accedió a conocer a dos extraños solo porque su amiga se lo pidió! Nos llevó a una taberna llamada Apotheke, con luminarias expuestas y esquinas oscuras. El lugar ofrece algunos de los mejores tragos que jamás haya tomado, solo superados por la música. Había una banda increíble tocando con la gente alrededor, que cantaba y bailaba. Regresamos a las 5:30 a. m., aproximadamente. ¡Por suerte el subte está abierto las 24 horas!"

Los siguientes días logramos tachar más cosas de la lista. Vimos la Estatua de la Libertad y visitamos el edificio Empire State. Hasta pudimos asistir a un partido de béisbol de los Mets de Nueva York. Algunos amigos míos de mi ciudad tenían amigos que se pusieron en contacto con nosotros y nos invitaron. Ben y Lee eran dos hermanos que vivían en Venice Beach, pero decidieron pasar un mes en la ciudad de Nueva York. El partido fue un mejor espectáculo de lo que ninguno de nosotros había imaginado. Fue una mezcla de deporte y pantomima. La multitud que cantaba, los bailes, los presentadores en la pantalla haciendo competencias, ¡y las porristas lanzando camisetas con pistolas de aire comprimido hacia la platea! Una experiencia inolvidable y una buena forma de pasar nuestra última noche, aprendiendo el pasatiempo predilecto de EE. UU.

Anotación en el diario: 18 de septiembre

"Nos despertamos ridículamente tristes porque ninguno se quería ir. Nos dirigimos a Greenwich Village por la mañana, pasamos por Dunkin' Donuts y pedimos un café, y caminamos hacia Washington Square. Caminamos por el Village un poco, vimos el Cafe Wha, sede de actuaciones históricas de artistas como Jimi Hendrix y Bob Dylan. Regresamos a Queens para terminar de empacar, ducharnos y prepararnos para irnos. De algún modo, habíamos hecho mal las reservas de los vuelos así que estaría solo hasta el vuelo de conexión en Philly. Así que yo me dirigí hacia aeropuerto de Newark y Dal partió hacia La Guardia. Mientras escribo esto estoy esperando mi vuelo; me siento abatido. Hemos pasado momentos maravillosos, conocimos gente increíble y experimentamos aventuras más locas de lo que jamás soñamos. La amabilidad, simpatía y optimismo de las personas que conocimos nos inspira. Por ahora, creo que esto es todo; de cualquier modo, regresaré pronto sin dudas."

Es otra noche de noviembre fría, húmeda y oscura en Londres. Las calles se alumbran con lámparas tenues que cuelgan en las esquinas y provocan que mis pies se hundan en los charcos; la bruma del aire humedece todo el entusiasmo que me quedaba del verano. Parece haber sucedido hace tanto tiempo ya, pero tomarme el tiempo de escribir estas memorias de ese momento de mi historia momentáneamente pudo mejorar una noche típica del invierno inglés. Lado a lado, nos apoderamos de las carreteras estadounidenses y las atravesamos, aunque a duras penas algunas veces. Pero en última instancia, de cierta forma, ambos podemos sentirnos orgullosos de nosotros mismos, y con razón. No fue fácil, pero valió la pena.

No pasa un día sin que hablemos de algo que hicimos o que planeamos hacer en nuestra próxima aventura. Quizás sea tan solo para paliar la monotonía de haber vuelto a nuestras vidas ordinarias, a lo mundano y cotidiano en lo que siempre es fácil caer. Pero sin dudas ambos hablaremos de esto durante un largo tiempo. Y cuando me encuentre perdido en ese purgatorio social donde siento hambre de aventura, recordaré cuán vivo me sentí en la carretera con mi amigo. Me pondré los auriculares y escucharé a Bob Dylan cantar nuevamente esa letra, y reviviré.

"Nuestras maletas maltratadas estaban apilados en la acera de nuevo ; Tuvimos maneras más para ir, pero no importa, el camino es la vida ". Sal Paradise , "On the Road – Jack Kerouac

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